Con el magún a cuestas

Cualquiera que provenga o haya compartido algún tiempo con piemonteses entenderá sin problemas lo que quiero decir con el magún.
El caso es que entiendan los demás, no?
Entonces, aquí va un intento de aproximación al origen de esa expresión que tanto utilizan y padecen los paisanos de nuestros pagos.

Hete aquí que, cuando a uno le viene el magún, se le llena con algo así como una profunda e indescifrable tristeza, que algunos podrían llamar depresión, otros angustia, otros melancolía... un lugar que está, más o menos, entre el pecho y la boca del estómago.
Yo creo que la sensación maguniana es más bien es como una mezcla de todas aquellas sensaciones, a lo que también sumaría una de pérdida de la energía vital y, por qué no, del sentido de la existencia.

Cansada de escuchar hablar del bendito magún -pero más cansada aún de sentirlo y padecerlo- se me dio por buscar marco teórico al asunto. Al menos, alguien que me explicara el por qué se le llama magún al magún.

Me encontré entonces con una historia.

Génova, fundada hace unos 26 siglos, siempre ha sido una encrucijada de pueblos y culturas. La leyenda vincula los orígenes de la ciudad al Dios Jano, el de las dos caras, que presiden las entradas y  las puertas.

En un momento dado, a Génova se le dio por aliarse con los romanos contra Cartago en la Segunda Guerra Púnica (c. 200 AC). Y le fue como a la mayoría de los que se aliaban a Roma... Como resultado, la ciudad terminó arrasada. Saqueada y quemada con gran violencia y ferocidad por Magone, hermano de Aníbal.

Este incidente parece haber dejado huellas profundas en los dialectos, así como en la memoria colectiva de la zona y aledaños, a punto tal que la expresión "avere il magone sigue hoy día aplicándose a las personas que, por alguna razón, sienten un gran desaliento, como si se le hubiera caído encima Anibal, con todos sus hermanos y con el resto de los cartagineses arrasando.

Ahora, me siento más cómoda con mi sensación. :)


Arqueología de rescate para un arquitecto no suficientemente recordado

Christian Schindler nace en Munsingen, Cantón de Berna, Suiza el 20 de setiembre del año 1859. Cursa sus estudios en la flamante Technikum Winterthur Ingenieurschule entre los años 1875 y 1878.
Entre sus profesores figuran los arquitectos Studer y Bosch.
Por ese entonces, Winterthur ciudad del Norte de Suiza perteneciente al cantón de Zurich, se había consolidado como una importante ciudad industrial, centro de unión de diversas líneas ferroviarias en el este de Suiza, compitiendo en importancia con Zurich.
Al finalizar sus estudios, Schindler pasa a París, donde tiene a su cargo la dirección de varias obras, principalmente casas de renta.
Posiblemente es allí donde conoce a la que sería luego su esposa: Louise Antoinette Leonie Perlet, con quien tiene cuatro hijos: Elena Paula, Leoni Josefina, Juana Margarita y Alberto Cristian Schindler.


Schindler arriba a Buenos Aires en setiembre de 1884 durante el gobierno de Roca. Por ese entonces Don Torcuato de Alvear, primer Intendente Municipal (1880/1887), se encuentra concretando la gran transformación de la Ciudad. Acercándonos al fin del siglo con algo más de 1.200.000 de habitantes, Buenos Aires es la ciudad más grande de América Latina. Como Capital y principal puerto de la República Argentina, en plena expansión económica, la ciudad crece a un ritmo vertiginoso. La llegada de inmigrantes europeos hace crecer las inversiones extranjeras en tierras y servicios públicos, se incrementa aceleradamente el comercio nacional e internacional así como las explotaciones agropecuarias y la industria. Por toda la Ciudad se construyen viviendas, grandes edificios y puentes; se encauzan y rellenan arroyos, se rectifican, adoquinan y pavimentan calles, se arbolan las actuales Avenidas Corrientes, Rivadavia, Independencia, Belgrano, Alvear y Callao y se amplían las redes de aguas, cloacas, alumbrado, tranvías y ferrocarriles. Es en esta época que se abre la Avenida de Mayo y, con la demolición de la Recova Vieja, se genera la Plaza de Mayo que permite vincular visualmente la Casa Rosada con el Congreso de la Nación. Schindler domina, además del alemán, los idiomas francés, italiano y castellano. Comienza a ejercer su profesión en Argentina a partir del año 1890, colaborando con el arquitecto Edwin A. Merry con el que realizó, como obra pública, los planos de la Facultad de Agronomía y Veterinaria de La Plata (1892).
En el año 1902 Christian Schindler se incorpora a la Sociedad Central de Arquitectos (SCA) de Buenos Aires, como socio Nº 173, desempeñándose luego en los puestos de Tesorero (1903-1904) y Vicepresidente (agosto de 1910 a julio de 1911).
Alterna por ese entonces su trabajo como arquitecto con su colaboración técnica en el ámbito de la Sociedad, participando, entre otras actividades, de la Comisión que revisaría el Reglamento Municipal de Construcciones (año 1912), de la presentación como parte del Comité Argentino en la Exposición de California (año 1914), de la preparación de un nuevo reglamento para concursos (año 1917), siendo postulado por el Arquitecto Alejandro Christophersen, por ese entonces Presidente de la SCA, para intervenir en el Concurso del Rowing Club Argentino (1918). 
Nos llega parte de su ideario y de sus convicciones, así como un indicio de las cuestiones en debate en la SCdeA por esos tiempos, a través de su respuesta a una encuesta organizada por la SCdeA en el año 1918.
Schindler se manifiesta en estos términos:
Una arquitectura regional y propia para las diferentes zonas del país no parece lógica. Del Norte al Sur y de las llanuras a las sierras y cordilleras hay demasiada diferencia para adoptar un tipo único, tendrán que ser varios adaptados a las diferentes regiones.Los documentos históricos o causas actuales existentes en el país que pueden determinar esta orientación son relativamente pobres y a mi juicio no pueden servir de base para la creación de una arquitectura nacional propia, si se entiende por esto un estilo nuevo especialmente argentino.Creo en la eficacia de la gestión de los arquitectos para mejorar el arte de construir en la República Argentina, dentro de los límites alcanzables por pueblos de civilizaciones artísticamente más adelantados y adaptando los diferentes estilos existentes a las necesidades del clima y exigencias de la población...
...Los factores que obran más eficazmente en el progreso edilicio de la capital y ciudades interiores son, en primer lugar, el desarrollo del gusto artístico de los pobladores, su progreso y su bienestar y la intervención de arquitectos y artistas competentes en la ejecución de las obras que deben ser llamados a concurso para obras de cierta importancia y sobre todo para obras públicas estimuladas por las autoridades competentes.Los errores y anomalías más grandes del reglamento municipal de la capital son los que se refieren a las alturas y espacios libres para aire y luz. Actualmente los edificios de toda altura son pocos, hay uno que otro que proyecta su sombra sobre la mitad de una manzana, pero basta suponer lo que será el centro de la ciudad dentro de tres o cuatro generaciones, con la mayor parte edificada a toda altura en terrenos angostos y calles estrechas para comprender la falta de aire y la imposibilidad de circulación por las calles...”
“...Creo que todos debemos fomentar las industrias nacionales de materiales de construcción, y preferir los nacionales a los extranjeros en igualdad de condiciones...”[1]
Ya en 1918 Schindler se encuentra enfermo, a punto tal que su médico le recomienda reposo por todo el invierno e, incluso, ausentarse de la Capital para beneficiarse de climas más benignos para su salud.
Christian Schindler fallece en el año 1921. Leemos en la Revista de Arquitectura de ese momento:

“...Como arquitecto fue D. Christian Schindler uno de los más señalados campeones del trabajo consecuente, honesto y pertinaz. Su obra, entre nosotros, es multiple y numerosa, y su nombre ha constituído siempre indiscutible garantía de máxima competencia, de honradez y de discreto buen gusto, cualidades éstas especialmente apreciables entre nosotros, donde somos aún tan ingenuamente propensos a los costosos desplantes de los audaces y aventureros... Por la muerte de Schindler desaparece una de las figuras más descollantes y que más honor hacía a nuestra profesión en todo sentido; persistía él aún en su tenaz y fecunda labor, por eso su desaparición es deplorable y prematura...”

Nosotros lo recordamos hoy por diferentes razones, diciendo: qué pena que el arquitecto que ha tenido más edificios construidos sobre Avenida de Mayo sea tan poco recordado. Y qué pena la cantidad de edificios suyos que han sido demolidos... Por suerte, algunos se conservan. Ojalá duren mucho tiempo. El presente es parte de un trabajo de investigación que encaré a finales de los noventa, partiendo sólo de su inicial y apellido y el conocimiento de una de sus obras... hay más de un ámbito al que aplicar la pasión por la historia y por los personajes que, de un modo u otro, se han conectado o se conectan con nosotros en el presente.
[1] Revista de Arquitectura N° 17 Año IV, pags. 3 a 6.