Hablando de la capacidad de adaptación

El mundo que nos toca vivir es un mundo complejo. Cuánto más lo será para los más pequeños... y cuánto lo es ahora mismo. Ya. En este preciso momento. 
Y esto, no vale sólo para los niños que van por la vida desamparados... Hablo también respecto de los niños que, en el pasado, se hubiera dicho que iban "bien" acompañados por sus padres. Padres responsables, padres comprometidos, padres presentes... Padres que intenten hacer "lo mejor posible".
Pero hoy gente, "lo mejor posible" parece que ha dejado de ser "suficiente".
Es triste, pero en esta etapa de la vida me he dado cuenta de que no sólo no hay escuela para padres (aunque en algunos colegios "top", se esté experimentando con meetings que intentan salvar la "no preparación" con la que llegamos a desempeñar los "roles" paterno y materno) sino que, definitivamente, los padres hemos sido abandonados por la escuela. Es más: diría que no sólo las escuelas han abandonado a los padres, sino que, en su propia incapacidad de hacer frente a la realidad cotidiana y, en su propia incapacidad de reconocer su incapacidad, han optado también por abandonar a los niños.
En más de una oportunidad me he visto en la obligación de parafrasear el lema institucional actual y enviar notas a la escuela diciendo: "Estimada escuela: los padres sólos, sin el apoyo y el compromiso de la escuela, no podemos".
Está absolutamente ausente del marco teórico (al menos yo no lo he encontrado) el análisis del método de atrincheramiento al cual han recurrido las instituciones académicas, incluso desde los niveles iniciales, al menos en nuestro país. Cero autocrítica. Cero capacidad de repensar las instituciones desde la perspectiva de aquéllos para los cuales están pensadas y cero también, desde la perspectiva de los idearios e ideales que todas, públicas y privadas, declaran y declaman estar comprometidas en cumplir.
Nuestras escuelas gente, lamentable pero inexorablemente, han caido en el autismo. Necesitan ayuda. Y, para peor, no están dispuestas a recibirla.
Esto, que puede sonar a afirmación generalizada con alto grado de injustificación, puede ser en realidad, una voz que, a través de la generalización injustificada, intenta hacer llegar una palabra de acompañamiento a otros padres que, dispuestos a "hacer lo mejor posible" para el bien de sus hijos, se encuentran con escuelas que, como el monito de la tira cómica, no ven, no escuchan y no hablan, excepto para reproducir el casset institucional que se tragan a la hora de salir al ruedo y enfrentar la vida.